Redacción República Inmobiliaria
El Informe Brundtland de 1987 introdujo la noción de que el uso sostenible de los recursos naturales debe “satisfacer las necesidades de la generación actual sin afectar la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas”.
El término sostenibilidad desde entonces se popularizó. Pero por mucho que sepamos que para construir hay que destruir, ¿cómo es posible mitigar los efectos de la construcción durante la vida útil y demolición de edificios?
Un edificio sostenible, en su diseño, construcción y operación, debe reducir o eliminar los efectos negativos en general e incluso puede generar impactos netos positivos en el clima y el medio ambiente, preservando los recursos y mejorando la calidad de vida de los ocupantes simultáneamente. Decir que un edificio es sostenible es fácil e incluso seductor. Pero, ¿qué hace exactamente que una construcción sea sostenible?
Responder a esta pregunta no es un ejercicio sencillo. Por eso, en los últimos 30 años se han creado varias certificaciones de sostenibilidad para edificaciones. Las certificaciones tienen como objetivo verificar los aspectos sostenibles de cualquier construcción. Cada una de ellas aborda elementos constructivos particulares y generalmente se centran en ciertas regiones del mundo.
Se sabe que los edificios consumen alrededor del 40% de la energía mundial, emiten el 40% de las emisiones de carbono del mundo y utilizan el 20% del agua potable disponible en el mundo.
Hacer de la construcción civil una industria con menor impacto, a través de procesos más eficientes, mejores materiales y elecciones más conscientes es algo de vital importancia a nivel mundial.
Las certificaciones pueden ayudar a guiar esta transformación, en parte al cambiar la mentalidad del mercado o del público objetivo de los nuevos edificios. Existen empresas, por ejemplo, que eligen la ubicación de sus oficinas en función de la sostenibilidad de sus edificios. Las certificaciones pueden ser agentes para desencadenar transformaciones positivas en la industria.
Si bien existen algunas certificaciones que verifican si el edificio cumple con ciertos criterios de eficiencia, otras crean diferentes clasificaciones. Para este caso, asignan una puntuación basada en evaluaciones. A continuación, enumeramos algunas de las principales certificaciones de sostenibilidad en todo el mundo. Si bien existen otras certificaciones “verdes” para productos e incluso sellos de construcción que no fueron incluidas en este artículo.
Es un sello de calidad para edificios cómodos y sostenibles. Su asesoría cubre los elementos más importantes para las viviendas residenciales y la vida cotidiana.
Sus principales enfoques son la reducción del uso de recursos durante la construcción y durante la vida del edificio. También aspectos de confort visual, térmico y acústico. Se puede aplicar a edificios de hasta unos 2 mil m², aunque existen planes para ampliar la evaluación e incluir construcciones más grandes.
© Fernando Guerra | FG+SG
El Building Research Establishment Environmental Assessment Method (BREEAM) fue el primer sistema de certificación del mundo para evaluar, clasificar y certificar la sostenibilidad de los edificios. Pese a los años es extremadamente popular.
Sus principales focos son la energía, la salud y el bienestar, la innovación, el uso del suelo, los materiales, la administración, la contaminación, el transporte y el desperdicio.
Es un método para evaluar y clasificar el desempeño ambiental de los edificios y el entorno construido. El Comprehensive Assessment System for Built Environment Efficiency (CASBEE) se desarrolló por un comité de investigación establecido en 2001. Participaron representantes de la academia, la industria y los gobiernos nacionales y locales.
El proceso de certificación de forma simplificada se realiza mediante el cálculo de un cociente, la Eficiencia del Entorno Construido (Built Environment Efficiency-BEE).
El sistema Deutsche Gesellschaft für Nachhaltiges Bauen (DGNB) fue creado por el Consejo Alemán de Sostenibilidad. Se utiliza principalmente en Alemania y sus países vecinos. Se basa en el concepto de sostenibilidad integral, poniendo igual énfasis en el medio ambiente, las personas y la viabilidad comercial.
Su enfoque no solo se centra en la sustentabilidad, sino también en la buena calidad técnica y los procesos involucrados. Tiene un énfasis especial en la flexibilidad como un camino efectivo hacia la adaptación del edificio en distintas funciones.
Es un sistema de clasificación que admite una amplia variedad de proyectos y edificios existentes. Fue diseñado para permitir que los propietarios y administradores de edificios seleccionen qué características de sostenibilidad se adaptan mejor a sus edificios y ocupantes.
© Timothy Hursley
El sello reconoce a aquellos proyectos que sirven al menos un 35% de los 1 mil puntos disponibles. Fue creado como una herramienta de autoevaluación en línea y, por lo tanto, busca ser lo suficientemente simple como para que cualquier agente responsable pueda evaluar su propio edificio completando cuestionarios online.
Lanzado por el Green Building Council de Australia (GBCA), el sello Green Star evalúa los atributos sostenibles de un proyecto a través de categorías de “impacto”. Por ejemplo, gestión, calidad del ambiente interno, energía, transporte, utilización del agua, materiales, uso de suelo, ecología y emisiones.
Se ha utilizado en Nueva Zelanda desde 2007 y en Sudáfrica, bajo el nombre Green Star SA, desde 2008. Existen cuatro herramientas de clasificación disponibles para la certificación:
Es la certificación francesa que se otorga a proyectos de construcción y gestión de edificios, así como a proyectos de planificación urbana. HQE tiene cuatro principios básicos y 14 objetivos que se utilizan para estructurar un conjunto de criterios.
Los objetivos de la Haute Qualité Environnementale (HQE) están igualmente equilibrados entre el bienestar de los seres humanos y la protección del planeta.
© Hufton+Crow
Para obtener esta certificación, los edificios deben generar más energía de la que usan, capturar y tratar suficiente agua en el sitio. Su construcción de estar basada en materiales saludables.
Se centra en la dimensión social de la sostenibilidad, basada principalmente en siete principios: ubicación, agua, energía, salud, materiales, patrimonio y belleza.
© Chipper Hatter
Desarrollado por el U.S. Green Building Council, es uno de los sistemas de certificación más grandes que existen y el más extendido del mundo. Se centra en los aspectos medioambientales y sociales de la sostenibilidad de los edificios, especialmente en la eficiencia del agua y la energía, en la reducción de las emisiones de CO₂, en la promoción de un clima interior sano y confortable y en el uso de materiales de construcción renovables.
Los proyectos se analizan a través de ocho dimensiones:
Todas las dimensiones cuentan con prerrequisitos (prácticas obligatorias) y créditos (recomendaciones) que, a medida que se cumplen, entregan puntos para el edificio. El nivel de certificación se define en función del número de puntos adquiridos, que van desde los 40 puntos hasta los 110 puntos. Los niveles son: Certificado, Plata, Oro y Platino.
Foto: CGBC
En Guatemala, existen más de 20 proyectos -edificios de oficinas, edificios de apartamentos, centros comerciales, etc.- certificados con LEED, según Guatemala Green Building Council (GCBC), organización guatemalteca miembro del World Green Building.
NABERS se utiliza para medir la eficiencia energética de un edificio, las emisiones de carbono, así como el agua consumida, los residuos producidos y su comparación con edificios similares. Los puntos analizados son:
© Tyrone Branigan
Es la etiqueta ecológica oficial de los países nórdicos, que certifica muchos otros productos, además de los edificios. Se enfoca en reducir el consumo de recursos y prohibir materiales y compuestos tóxicos.
© Rozbeh Zavar
Asimismo, en cuanto a la construcción, la etiqueta se enfoca en minimizar los niveles de toxicidad de los materiales a lo largo del ciclo de vida. También, evalúa el uso de energía y recursos durante la construcción y la vida útil del edificio, además de los aspectos relacionados con el reciclaje.
Finalmente, tenemos la WELL, una certificación que mide el bienestar y la salud de los usuarios de un edificio, centrada en la dimensión social de la sostenibilidad. Igualmente, proporciona un marco de análisis para incorporar estrategias diseñadas para colocar la salud y el bienestar humanos en el centro del proyecto y su operación.
Cortesía: Little
Con información de: plataformaarquitectura.cl